TODO HOMBRE ES PECADOR
Cuando le hablamos a las personas acerca de Cristo, muchas veces nos dicen: “Ese mensaje es muy bonito, pero yo no le hago mal a nadie, es mejor que usted le predique al ladrón, al homicida y al adultero.” Pero lo que ignoran estas personas es que TODO SER HUMANO ES PECADOR DELANTE DE DIOS. La Biblia dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”
Romanos 3:23 (RVR 60)
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no esta en nosotros”
1 Juan 1:8 (RVR 60)
Veamos esto un poco más a fondo. Somos pecadores, numero uno, porque se nos imputa el pecado de nuestro primer padre Adán. Cuando Adán peco estaba funcionando como representante de la humanidad. Porque, ¿que existía de la humanidad en aquel tiempo? Solo Adán, por lo tanto, el pecado de Adán fue el pecado de la humanidad. Esto es lo que se conoce como la doctrina del pecado original. La Biblia dice:
“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores”…
Romanos 5:19 (RVR 60)
Numero dos, somos pecadores porque heredamos la depravación, es decir, la inclinación a pecar. Cuando Adán peco, de alguna manera misteriosa su alma quedo dañada. En otras palabras, su libre albedrio se debilito y quedo inclinado hacia el pecado. Luego, esta inclinación a pecar pasó a todos los descendientes de Adán. Tú y yo estamos incluidos en esto. A cada uno de nosotros se nos imputa el pecado de Adán, pero también, debido a la depravación que heredamos, tenemos pecados personales. Veamos lo que la Biblia dice acerca de la naturaleza pecaminosa que comparten todos los seres humanos:
“Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.”
Salmo 51:5 (NVI)
“Y yo sé que en mi, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien esta en mi, pero no el hacerlo.”
Romanos 7:18 (RVR 60)
Si, mi querido amigo, el hombre es malo, y lamentablemente es incapaz de superar esta condición por sus propias fuerzas. Quizás usted me diga: “yo siempre trato de ser bueno, trato de obedecer la ley de Dios.” ¿Me esta usted sugiriendo que mis obras buenas no pueden salvarme? Así es, la Biblia dice:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; NO POR OBRAS para que nadie se gloríe.”
Efesios 2:8-9
¿Por qué las obras de justicia que nosotros podamos realizar no pueden salvarnos? La razón es sencilla, Dios es perfecto, por lo tanto, lo único que le satisface es la justicia perfecta. Como el hombre no puede producir este tipo de justicia, entonces el hombre no puede salvarse a si mismo. La Biblia dice:
“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias (lo que el hombre hace para tratar de presentarse justo delante de Dios) como trapo de inmundicia;…
Isaías 64:6
Todo esto suena terrible, ¿verdad? Pero todavía hay más.
LA CONSECUENCIA DEL PECADO ES LA MUERTE
Dios estableció que la paga, o la consecuencia del pecado fuera la muerte…”
Romanos 6:26
Lea también: Génesis 2:15,17 y Ezequiel 18:14
En un sentido amplio, muerte significa; “separación de Dios”, es decir, “condenación.” Esta muerte tendrá su expresión máxima cuando las almas se encuentren en el infierno. En este lugar, las almas serán atormentadas por toda la eternidad y no tendrán más oportunidad de reconciliarse con su creador. En Lucas 16:19-31 hay una historia que ilustra esto muy bien. Dice que en cierto lugar había un hombre rico, que se presume que no tenía a Dios en ninguno de sus pensamientos. Por otro lado, había también un mendigo llamado Lazaro, que aunque había sufrido mucho en esta vida, siempre buscaba de Dios. Resulta que a su debido tiempo ambos murieron y el rico fue llevado al infierno, mientras que Lazaro fue llevado al seno de Abraham (el paraíso o el lugar de descanso de los justos) Dice también que mientras el rico estaba en tormento, levanto la vista y vio a Lazaro sentado en el seno de Abraham. Entonces, clamo a gran voz y dijo a padre Abraham: “ten misericordia de mí, y envía a Lazaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.” Entre otras cosas, Abraham le respondió que había un gran abismo que impedía a los que estaban en el seno de Abraham pasar hacia el infierno, e impedía también a los que estaban en el infierno pasar hacia el lugar de descanso de los justos. Este gran abismo representa la imposibilidad de cambiar el destino eterno una vez que se ha determinado. Bien lo dice la palabra de Dios: “Cuando muere el hombre impío, perece su esperanza…” (Proverbios 11:7) Es por eso que nuestro problema de pecado tenemos que resolverlo mientras estamos vivos porque después que muramos, nada ni nadie nos podrá sacar del lugar adonde vayamos a parar. Voy a resumir lo que he dicho hasta aquí. En primer lugar, probé a través de la Biblia que todo hombre es pecador y que es incapaz de superar esta condición por sus propias fuerzas. En segundo lugar, deje bien claro que la consecuencia del pecado es la muerte. En otras palabras, la condenación. Hasta ahora solo te he dado malas noticias, pero hay una muy buena noticia la cual compartiré contigo a continuación.
REMEDIO DIVINO PARA EL PECADO
Dios nos ha amado tanto, que ha provisto el único medio de salvación, el sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo. Cristo murió por nosotros, es decir, tomo el castigo que nos correspondía a nosotros como pecadores. La Biblia dice:
“Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16
“porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”
Hebreos 10:14
¡Gloria a Dios por su don inefable! Nadie nos ha amado como él lo ha hecho.
LA PARTE NUESTRA
Después de haber considerado cual es el único remedio para el pecado, alguien podría pensar erróneamente que los beneficios salvíficos de la cruz se aplican de manera automática a toda la humanidad, pero no es así. Hay una parte que nos toca a nosotros, ejercer fe en Cristo, y arrepentirnos de nuestros pecados. Veamos estos elementos un poco más detenidamente.
FE
La fe es algo sobrenatural que nace en nuestros corazones cuando nosotros escuchamos la palabra de Dios. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17, lea también; Juan 3:16, Efesios 2:8-9) La fe verdadera, la fe que salva, no es algo teórico, sino algo muy practico. En términos sencillos, fe significa entregarse a Cristo, comenzar una relación personal con el. Sin esta relación personal con Cristo no hay salvación.
La Biblia dice:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al padre si no es por mi.” Juan 14:6
“Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:12
“El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” 1 Juan 5:12
En otras palabras, comenzar una relación personal con Cristo significa vivir para Cristo. Un verdadero cristiano ya no vive para si, sino que vive para aquel que murió por sus pecados, y resucito para su justificación. Veamos lo que dice la Biblia:
“y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para si, sino para aquel que murió y resucito por ellos.” 2 Corintios 5:15
“Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.” Romanos 14:8
El apóstol Pablo describió de una manera magistral lo que es una vida de fe, cuando dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la del Hijo de Dios, el cual me amo y se entrego a si mismo por mi.” (Gálatas 2:20) Si tú no puedes decir esto con todas las fuerzas de tu alma, lamentablemente, tú no tienes la fe que salva. Pues la fe que salva se caracteriza por una completa y continua dependencia de Dios. Bien lo dijo nuestro Señor: “Porque separados de mi nada podéis hacer.” (Juan 15:5)
ARREPENTIMIENTO
Como dijimos anteriormente, la verdadera fe nos hace crear conciencia de que somos pecadores, y que como tales, estamos destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:23) Por lo tanto, es muy importante que nos arrepintamos de nuestros pecados, para poder recibir el perdón de Dios. Veamos algunos pasajes que nos hablan de esto:
“Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados…”
(Hechos 3:19)
“…si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” (Lucas 13:3)
El verdadero arrepentimiento tiene tres elementos; numero uno, reconocer que somos pecadores y que como tales, necesitamos el perdón de Dios. Numero dos, tristeza por haber ofendido a Dios. (2 Corintios 7:10), y número tres, una decisión firme de no volverlo a ofender. (Mateo 3:8, Hechos 11:23) En otras palabras, el verdadero arrepentimiento tiene fruto en la conducta.
PAZ Y GOZO VERDADERO
Todo el que entrega su vida a Cristo experimenta paz y gozo verdadero. Muchas veces las personas buscan estas cosas en la fama, el dinero y los placeres. Es interesante, porque se les ha hecho entrevistas a personas que tienen todas estas cosas, y cuando se les pregunta si son felices, ellos responden que no, y luego comentan que tienen un profundo vacío en sus corazones. ¿Sabes por qué? Porque Dios ha preparado el corazón del ser humano, para que nada, ni nadie, lo pueda llenar, sino solo el Espíritu Santo de Dios. Nuestra alma solo reposa cuando reposa en Dios. (Salmos 62:5)
DECISIÓN PERSONAL
Si todavía no le has entregado tu vida a Jesucristo, te invito a que lo hagas hoy, pues mañana puede ser tarde. Recuerda que el futuro no se le promete a nadie, hoy sabemos que estamos aquí, mañana no sabemos dónde vamos a estar. Es por eso que la Biblia dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” (Isaías 55:6) La puerta del arca está abierta, pero no sabemos hasta cuándo. Por lo tanto, tú no debes perder esta oportunidad de entregar tu vida al Señor y comenzar a disfrutar de la vida abundante que el prometió. ¿Quieres tu responder positivamente al llamado de Dios? Repite conmigo esta oración: “Señor Jesús te acepto como mi único y suficiente Salvador, perdona mis pecados, lávame en tu sangre y escribe mi nombre en el libro de la vida, que yo pueda perseverar en tus caminos y hacerme parte de tu iglesia a través del bautismo. Gracias Señor, en el nombre de Jesús, amen.” Si has hecho esta oración conmigo, te felicito pues ahora eres parte de la familia de la fe.